La semana pasada nos iniciamos en el enorme y fascinante mundo del Photoshop. Cuando nos dijeron que íbamos a trabajar con este programa me puse muy contenta porque pensé que por fin iba a poder retocar bien las fotos y que iba a poder cambiar el color de los ojos, cambiar el fondo de la imagen... Pero una vez iniciada la actividad que nos propusieron todas esas ideas desaparecieron. ¡Qué programa más difícil de utilizar!
Entre el lío con las capas, todos los pasos que teníamos que seguir y que el programa estaba en inglés mi compañera y yo tuvimos que reiniciar la actividad repetidas veces para intentar no saltarnos ningún paso y comprender lo que íbamos haciendo. No obstante, al final de todo acabamos siendo expertas en la actividad por todas las veces que la hicimos.
Para mí, Photoshop es una herramienta de trabajo bastante compleja si no tienes un tutorial que seguir o una persona que sea tu guía. Sin embargo, los resultados conseguidos son precisos y perfectos. Es una espléndido programa, pero hay que aprender a hacerlo servir, poco a poco y con buena letra.
La actividad consistía en coger una foto de carnet personal, duplicar la mitad de la cara y en otra capa utilizar esa mitad e invertirla, de manera que fueran completamente simétricas. Cómo la belleza griega, caracterizada por su simetría facial, aunque pocas personas son las afortunadas que la tienen.
Este es mi resultado:
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